12-02-2018
“Algún día será… Algún día llegará el día…”
Tardes de marzo en la Ciudad de México
que devuelven aquella tarde del diciembre
del ‘75. Miraba el Jónico desde cubierta.
El sol frío sobre el mar se convertía
en una dicha que temblaba el agua
Esta tarde me vuelve aquella tarde.
Cielo y mar como luz azul borrosa.
Grecia en menos del grito del vigía
y en el más el aire de la gaviota.
En el velamen y cordaje de aquel velero
iban palabras, preguntas, una estrella
que no bajaba. Patras, allí, enfrente…
“Algún día será”… “Algún día llegará el día…”
qué sabía? ¿Qué sabía si no era
entonces? Pero ¿llegaría a ser alguien?
¿Y qué es llegar a serlo? ¿Y cómo llegar
a serlo si el dolor te roe, te inclina, te arroja
calle abajo en media calle?
¿Si la angustia te crispa y te nubla lo que miras?
En el penúltimo declive de la penúltima noche,
pregunto con tristura si algo dejé que valiera el viaje,
si algún día escribí algo que valiera el viaje.