POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS
POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS

TIEMPO

La mujer fue cayendo como un atardecer.

 

Lentamente,

los pájaros alzaron el vuelo.

 

Caer después del beso,

de la espera y la distancia,

volverse ocre, gris

y después silencio.

 

Los pájaros en sus cantos

convocan la llovizna.

 

La mujer cayendo

ya no piensa en el regreso

ni en la cruel sentencia del tiempo.

HABLA CON LOS PÁJAROS

El niño habla con los pájaros

sobre los secretos del corazón de los hombres.

Sus ojos no ven lo que alma intuye,

sus pobres ojos de sombras que danzan

en la espesura de sus deseos infantiles.

 

Nadie lo ama porque es ciego,

eso dice,

y eso lee en braille

en el rostro de su padre.

 

¿Adónde irá el niño de la eterna noche?

 

El niño conversa con los pájaros

con los anunciadores

de amores y desgracias.

 

De lejos unos ojos lo buscan,

de lejos, su abuela enciende velas a su nombre.

Y la muerte llega

como un milagro de luz

a sus ojos desamparados.

EL OLVIDO

Un hombre enmudecido

llora en mis adentros

sus lamentos son todo un pueblo

que como lloviznas me habita.

 

Escucho

las persecuciones

sus miedos,

los pasos de los desterrados,

el incesante clamor de los desaparecidos…

 

Se angustian,

corren,

escriben en los muros

y puede leerse en sus ojos:

“libertad y sosiego”

luego,

no sé qué pasa

sus ecos se esfuman

como si alguien apagara sus voces…

Los entierro en mi memoria.

Vuelvo a mis afanes con la vida

sufro de la misma enfermedad del mundo,

el olvido.

EL HOMBRE DE LAS MONTAÑAS

Un hombre escribe sobre muchachas pueblerinas

en noches mustias

les inventa diálogos secretos.

 

Las mira a todas horas en su cuaderno de apuntes

les dibuja el sosiego y juega con ellas

por entre los cultivos de su memoria.

 

¡Vieran la alegría de este hombre

cuando les peina los largos cabellos!

 

En las horas del insomnio

ellas lo acarician,

devolviéndole la vida

enseñándole el camino hacia los sueños.

 

Hermosas las muchachas

―raíces de la tierra―

del hombre que vive en las montañas

y que germinan como cosecha de ángeles.

EL AMOR

Nadie puede lanzarles

ni la primera ni la última piedra;

solo ellos,

los ausentes compañeros

saben que hablo

en el idioma de los pájaros.

 

Siguen juntos

pero ninguno ha regresado

desde que se fue,

perdidos se siguen encontrando

en los libros que comparten,

en la cama que ya no les pertenece.

 

Se anochecen,

se suceden,

se escriben sin correspondencia.

 

Lo único que los junta

es el tiempo en que fueron otros

y el plazo aplazable

de las esperanzas muertas.

 

Ambos fueron delirio

aves en contracorriente

voces de su propio sueño,

fueron

condenas dulces

y,

piel sobre papel.

 

Nadie puede

lanzarles la primera piedra

ni la última,

porque la edificación de su amor

siempre estuvo en el aire.

DESOLACIÓN

¡Cuántas cenizas de rostros!

 

En las ruinas todo es más triste,

hasta el silencio.

 

En el desierto de lo que fue una hoguera

se recuerda mejor:

pasan nítidos los instantes,

revelaciones

de cuando fuimos otros.

 

El viento toca

los pies descalzos y pequeños

de la guerra,

los pies del abandono y

la tragedia.

 

Una mirada y otra,

y otra más,

los ojos preguntan

los cadáveres responden.

 

Las mujeres y sus cantos.

Las mujeres y su angustia.

¡Cuántas cenizas de los sueños!

Y el corazón como siempre

inocente

como un niño perdido

en la noche.

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