11-08-18.
¿Quién es ese que te dijo que te quiere? No me acostumbré a proclamarte frases de amor. Hueles siempre a ciudad sudorosa; a cebolla cocida al mediodía, a diesel quemado y tóxico de trasmilleno, a cerveza vinagre y trasnochada. ¿Así quién se enamora? Si ni siquiera te pareces a mi sueño. ¿Dónde están las fuentes para amarte cuando el agua cae con estrépito y rumor de arriba? Y toda la que viene de las nubes, sin corazón la botas en la lata de tus carros que acicalas los domingos. No diría nunca que te amo, que te daría mi vida, porque ayer casi me la quitas cruzando la avenida. ¿Cuál amor te expreso si ni tiempo me queda de verte los ojos, tu cielo azul más limpio que el Caribe? ¿A qué horas con qué aliento?
Hipócrita, traidora que no das la cara detrás de tus frases escogidas. Tan llena de razón, ocultando tus afectos y rencillas con citas de Platón. ¡Ay Bogotá! Cómo amarte si me dejas úlceras y canas, mientras corría para tener a tiempo las rosas fucsias y salmón para tu amor, para ese día.
¿Si me pones a correr del trancón, de los banqueros cuándo te quiero? No puedo declararte mi amor sabiendo que tus palabras y tus gestos son a veces tan dobles como las monedas y los billetes de tus embusteros.
¿Quién tendría el coraje para ser tu amante, con cuál jodido amor la quiere renegar, la vuelve a olvidar?
No la puedo amar en general sabiéndola perversa y brutal. Sobrevivo con ella amándola en particular. ¿Dónde encuentro otras mujeres como las tuyas que hablan de Van Gogh como su hermano corrido y genial; conspiradoras entre ellas, locas por la pedagogía, malévolas y tiernas?
¿En cuál lugar del mundo tienen como aquí por héroe a Chaplin? Cualquiera diría viendo su cara en cada puerta y cualquier calle que no fue Bolívar sino Chaplin el que estuvo, se quedó y nos dejó su imagen.
No voy a maldecirte por tu ruido, no te declaro mi odio por tus trampas. Como todos pensaría que aquí no me quedo, que me largo lejos, que no vuelvo. Que otros aguanten sus tardes violetas y sus ñeros.
Pero aunque amenace que la olvido, que no aguanté su idioma soez y callejero, que me cansé de sus besos dulces y falsos, sus “¿qué le provoca mi amor?”, en la ciudad a dónde me iría con fuentes de Fidias o inventadas, voy a extrañar tus aires de ínfulas de dama colonial sin linaje, tu energía derrochadora, tus manías de querer ser otra, de querer tapar cuando sales en la foto que eres cursi, histérica y vulgar.
Voy a llevar tus rancios olores, la música salvaje de tus noches, tus cerros de luz bruja y llovizna eterna. Y allá donde me vaya voy a sacar de la billetera tu foto para verte; entonces sabré Bogotá, que tu amor lo trajo tu primavera de jazmines desolados, que sin ti no soy, sin Bogotá no vivo, que yo soy el que te dice que te odia pues te adora.