POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS
POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS

ECOS

Como ecos esclavizadores

me es declarada su voz,

por un mensaje sin texto

nunca definido ni tangible, nunca deseo ni ser.

 

A través de las cabezas de arena

me llega aquel sonido de roca y sal,

que dice todo lo que sabe

y todo lo que conoce.

 

Observo cómo eternizas

el tiempo con tus juegos adorables,

cómo imitas todo lo que te digo

e intuyes todo lo que pienso.

 

A través de tu cabeza veo el espejo del mar

en cuyo reflejo me baño,

paseo bajo el sol que atraviesa los pinos

me detengo en el sitio sin aire, refugio de Apolo.

 

Yo tenía su risa, la que a ella le faltaba

ella tenía mi imagen, la que yo perdí,

quizás prefieras hacerte invisible

también ante mí.

 

Yo me desprendo de formalismos

adquiriendo todas mis imperfecciones,

tengo tu tristeza, pero no tu culpa

te llevo lejos, pero siempre te quedas cerca.

EL MURO IMPASIBLE

El muro impasible oculta a los gigantes

y sin ellos el bosque da cobijo a los dioses,

y el mar a los gigantes

desde fuera los primeros les contruyeron muros.

 

Primero oscurecieron la realidad

para finalmente tapar el sol,

bajo la sombra se burla el gusano

el único que sabe donde ir y de quien huír.

 

Desaparece de la luz para ser invisible

sabe perfectamente como pasar inadvertido,

capaz de traspasar el muro desnudo

bebe la humedad de la piedra.

 

En la noche, quizás sólo la luciérnaga

describa su esencia,

mientras las piedras que soportan nuestro peso sedimentan nuestra alma en los seres invisibles.

 

Permanecemos inmóviles encima de ellas esperando que alguien hable,

anhelando el rumor de los torrentes

y la mirada de los paisajes.

 

Respiramos de golpe y ensombrecidos por la luz, escudriñamos el suelo,

me llega su rumor por presagios perturbadores contra las cabezas de acero.

GIGANTE

Yo tenía un hijo que era un gigante

un hijo que traía otro hijo,

con todo el oxígeno que necesitábamos

para bajar a las catacumbas.

 

Siempre quedaba una cara libre para ti

sin enigmas ni prisiones,

con besos y caricias

suaves, como atardeceres de sol.

 

Si viniese veloz lo recibiríamos veloces

como se recibe,

a quien no vemos

desde hace algún tiempo.

 

Porque la divinidad reside en nuestro anhelo

sé cómo quien viene a nosotros queda feliz,

como si hubiera estado siempre aquí

dejando de ser dioses, para poder existir.

 

Nos piden que seamos suyos

nuestras lágrimas inundan los canales,

mientras se retuercen sus almas

sobre nuestras cabezas.

 

Mientras aún son dioses

carecen de enigmas,

permanecen divinos

siguen caminando sobre el agua.

ROTO EL HILO

Roto el hilo que separa la realidad

de la realidad que alimenta lo mágico,

lo mágico se convierte en real

traspasando el tiempo.

 

Igualando el espacio

con el cosmos,

haciendo inalterable el tiempo

que aunque tapiado

permanece incólume.

 

Tras la pared

que habita el duende,

hiberna silencioso

fecundando su futuro.

 

Dentro del muro los ve pasar

son plancha de hielo,

van y vienen como locos

cuando nadie ama a nadie.

 

Sin rosas ni claveles

no hay nada que huela o respire,

son inanimadas piedras

ojos sin luz.

 

Y  aunque no siempre estuve encarcelado

jamás fui libre,

y en los breves momentos de libertad que tuve

viajé al futuro sin ideas

para retornar al pasado sin luz.

TE RESCATO

Me pierdo por las montañas

que atraviesan los corazones,

te rescato desnuda y te resguardo del frío

invernará tu ser bajo la nieve resplandeciente.

 

Mientras el gigante era gusano

ella prefirió ser madre de dioses,

el gigante tenía un paraíso, para el que era gigante entre las nubes, con sus dos cabezas.

 

Allí la tragedia del enigma no existe

el gigante coloca las plumas sobre la cabeza, enfrente del edificio

delante de ti.

 

Siempre llevaba puestas las plumas

incluso cuando se las quitaba,

para elevarte

sobre su cabeza.

 

Yo vi las anémonas adornar tus ojos incandescentes las vi cómo se sumergían en mares incesantes, cuando las veía era gigante, cuando no gusano

en el que me metamorfoseaba para no padecer.

 

Yo vi al niño llegar nuevamente, dormir en su cuna sucesiva, dejar su cabeza sobre mi hombro,

como quien deja su alma sobre el suelo,

reposar embriagado de vida, siendo todo lo que quería ser, amando todo lo que quería amar.

 

 

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