El rostro que perdimos nos indaga
a través de la noche
formas invisibles se acomodan, viajan, tropiezan
rastrean su imagen
alguien la encuentra y sale de la sombra
en el día se interroga y reclama un lugar
los espacios están copados
su rostro lo busca en el sueño.
El rostro que perdimos
nos busca en miles de rasgos
facciones diluidas, quemadas
la bella perpleja
una máscara para resistir el mundo
cuerpo abrasado
en el espejo una imagen que no le pertenece
una apariencia repugnante
grito hasta el fondo
nadie reacciona
nadie nos despierta de este mal sueño
de la entraña de la noche
el rostro calcinado nos estremece.
*Para Gustavo Bustamante.
Correr, correr, correr
cabello rojo al viento
tren amarillo
labios carnosos que esperan unos ojos oscuros
correr, correr, correr
piel temblando
luz vertical, saxofón prolongado
ojos a lo largo de muros infinitos
el juego del azar en busca de la fortuna
caída sin lamento
un gran alarido, rostros descompuestos, sordos
la ambulancia con un moribundo adentro
sobrevivir, correr, sobrevivir.
Buscábamos la música en la noche
cuerpos meciéndose al son
sombras desde sus asientos esperaban su turno
el baile llegaba como expresión de alegría
la melodía se alejaba por instantes
los cuerpos permanecían en el centro
algunas sombras fastidiadas se hundían en la tierra
el ritmo rescataba las sombras
estas se abalanzaban sobre los cuerpos
bailaban hasta el canto de los pájaros
el silencio despedía a la sombra y su cuerpo.
Dentro de un gran salón hay una mesa enorme de billar
sus esferas de diversos colores se mueven
sobre la pizarra verde
en penumbra hombres silenciosos
se desplazan en una danza lenta y alegre
observo detenida como una vela se derrama
y cae sobre la tela
una lámpara y un reloj diseñan la forma del olvido
desde la calle un hombre
entra armado buscando una mujer
la que lo observa cae lenta
con un tiro en la frente
el sonido lejano de una carambola
el billar se ilumina
amedrentados por el pistolero
salen uno a uno a la noche fría
un día más donde vivir es un milagro.
En silencio profundo
la multitud persistía bajo el sol y la lluvia
sombrillas de múltiples colores
rostros brillantes, cabellos húmedos
miradas concentradas
lenguas diversas subían los escalones,
trepaban y abrazaban los cuerpos
el miedo había sido desalojado
la belleza de la noche se abalanzaba sobre la tarde
el susurro, el grito, el aplauso
todo tenía su lugar
ojos negros, verdes, azules, pieles sobrepuestas
cabellos húmedos al aire
la risa y su silbo misterioso.
Caía la noche con sus antorchas
resultaba extraño y maravilloso
aquella comunión de cuerpos y manos
a la sombra del habla
el miedo había sido desalojado
el asombro de la expresión
palabra tocada, besada, atrapada
el poema se rendía ante la belleza
concentrada de la multitud.