POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS
POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS

A PROPÓSITO DEL DIA MUNDIAL DE LA POESIA

 

Por lo general, la mayoría de los/as creadores,/as estudiosos/as y críticos/as de la literatura admiten la consideración de que la poesía es un género literario consistente en una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, bien sea en verso o bien en prosa. No obstante, ya desde sus orígenes, la controversia acerca de qué es la poesía ha suscitado una ingente cantidad de textos (ensayos, artículos, poemas, etc.), suficientes para llenar kilómetros de anaqueles en las bibliotecas de todo el mundo, así como un abundante reguero de opiniones que aún hoy en día inunda las páginas de no pocos libros y los apartados de poesía de un sinfín de espacios web. Es una constante no resuelta todavía y que, probablemente, nunca podrá ser solventada definitivamente.

 

Las primeras reflexiones formales sobre la literatura en nuestra cultura las hallamos en el libro La República de Platón, quien significa el término “poiesis”, en sentido amplio, como “hacer” o “crear”, esto es, como actividad creativa en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía, y asimismo, en el ámbito circunscrito a la literatura, como arte creativo que utiliza el lenguaje. Él estableció una clasificación de la poesía, eso sí, en el contexto de su teoría filosófica, que se sustenta básicamente en la vinculación enunciativa de la voz, en tanto que elemento primordial de la creación poética. Así, distingue la poesía imitativa (la creación dramática, en la que el poeta no habla en nombre propio), la poesía no imitativa (creación en la que el poeta habla en nombre propio, por ejemplo, los titirambos) y la épica (creación en la que autor y los demás se entremezclan en el discurso).

 

Fue Aristóteles quien, por primera vez, afrontó la elaboración de una teoría literaria independiente en su obra “poética”, aportando un elemento novedoso en la descripción de la poesía, como es la utilización junto al lenguaje del ritmo y la armonía. En este tratado, el estagirita realiza un trabajo, una reflexión estética, sobre la definición y caracterización de la Tragedia y otras artes imitativas que ponen un broche de oro a los postulados platónicos.

 

Posteriormente, el poeta Horacio, en su condición de artista creativo, se distanció de la perspectiva meramente filosófica propia de la reflexión aristotélica y adoptó un tono discursivo más acorde con el entorno natural de la creación poética, desarrollando una poética en sentido estricto, a partir de los modelos griegos. De esta forma, en su obra Epístola a los Pisones, conocida como Ars poetica, llevó a cabo un estudio pormenorizado de la praxis creativa en poesía, determinando todo un complejo normativo y nomotético referido a la actividad poética que ha servido de sustrato teórico del clasicismo en la literatura y que, incluso en la actualidad, tiene cierta prevalencia.

 

Desde entonces, hasta hoy mismo, son muchas las propuestas de arte poética presentadas por diferentes autores/as a lo largo de la historia, entre las que cabe destacar: Sobre lo sublime de Longino (apócrifo, entre el siglo III y I a. C.), Poetices libre septem de Julio César Scalígero (1561), Arte Poética de Minturno (1563), Discurso del arte de Tasso (1587), Arte nuevo de hacer comedias de Félix Lope de Vega (1609), Ensayo de un arte poética crítica de J. C. Gottschet (1730), Laokoon, de Gotthold Ephraim Lessing (1776), Hölderlin y la esencia de la poesía de Heidegger (1936) y Arte poética de Isidro Iturat (2010).

 

Al respecto, merece mención expresa la aportación a la discusión en torno a la esencia de la poesía que Paul Valéry expuso en la lección inaugural del curso de Poética del College de France el año 1937, en la que considera  la poética no como un conjunto de reglas formales fijas en el cual se concreta cómo se debe hacer arte, sino como una reflexión en torno al modo de “hacer”.

 

Yo, al igual que el poeta galo, entiendo que este y no otro ha de constituir propiamente el objeto de estudio de la creación artística literaria, que esta se sustenta en el presupuesto de que la poesía es primordialmente una forma de expresar emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la imaginación, y no una suerte de mecano de estética ortopédica basada en la aplicación de determinadas reglas formales preestablecidas.

 

En un relato titulado “El espejo”, –ganador del primer premio en el Certamen Internacional “Crisol Literario” del 2006 convocado en la ciudad argentina de Córdoba y publicado en la antología Crisol literario (Ed. Novelarte, Córdoba, Argentina, 2007), revelo el tenor de mi posición ante la cuestión de qué es la poesía. Y lo hago a través de un diálogo delirante y esquizofrénico que entablan los personajes protagonistas, que no son otros que yo mismo y mi “alter ego”. Se trata de una conversación entre dos poetas figurados, Nicolás y Francisco, que en realidad son yo y mi impostura elucubrando sobre el “hacer” de la poesía.

 

Nicolás se presenta como un intrigante de la ecuanimidad, como un investigador de la verdad interior, como un poeta de la luz que escribía en ecos de conciencia. Así, en una dura recriminación a Francisco, dirá: “Todos nos esforzamos en hallar nuestra genuina y auténtica verdad individual, eso que muchos llaman identidad personal -. Todos caminamos hundidos en el lodazal de los sentimientos. Todos nacemos cautivos en la oscuridad de la sima de las apariencias. Todos nadamos en las aguas putrefactas de las regatas de los sueños. Todos… Y a pesar de ello, algunos sacan los pies del fango y se alejan de la ciénaga de las pasiones. Algunos se liberan del yugo de los engañosos sentidos, inmolan los instintos para trascender a la luz de un amanecer de la lógica y nadan sin desmayo hasta alcanzar la orilla del arenal de la razón. Algunos… Los más audaces rectos y óptimos. Sin embargo, otros se enrocan en el limo del pantano. Otros sucumben al embrujo del imaginario de las tinieblas.  Otros, agotados por el esfuerzo de nadar en las aguas turbias de la acequia, se tumban en la superficie haciendo el muerto y van a la deriva hacia ninguna parte. Tú eres uno de estos últimos. Y así te lo digo. Porque estoy aquí para denunciar la insignificancia y estupidez de los débiles de espíritu, la culpabilidad de los perdedores y mediocres y la indignidad de los viciosos y, además, para pregonar la posibilidad de una nueva humanidad gobernada por el imperio del sentido común, la cordura y la virtud. Tengo la certidumbre de que bebes y bebes para esconderte de ti mismo en las brumas somníferas de los licores, porque no quieres afrontar la realidad de tus propias e íntimas miserias. Conozco la naturaleza del lodo en que te mueves y la laya de las aguas sucias y pestilentes que te llegan hasta el cuello. Conozco la ignominiosa e insufrible verdad que te lacera. Y por tanto, sé que estás hundido en el légamo de un absurdo victimismo e inmerso en una mar de esquizofrenia y de impersonalidad. ¡Mira! El otro día te dejaste esta cuartilla olvidada en la mesa. Saliste del café dando tumbos. Ibas borracho, como de costumbre. Probablemente no recuerdes ni lo que escribiste. Te lo voy a leer. Dice así: “¿Crisol de vida, todo y nada?/ ¿Dolor silente del alma desnuda?/ ¿Pálpito latente de la locura?/ ¿Bálsamo de amor en la agonía?/ Dime, ¿qué eres TÚ, poesía?/ ¿Engaño en la suerte de la espada?/ ¿Gorjeo trémulo de ave muda?/ ¿Siniestro apego a la aventura?/ ¿Cadáver nacido de la ironía?/ Quizá seas eso, poesía. Ves. Solo escribes llantos de plañidera trasnochada, solo viertes resignación y derrota, desparramando lasitud, autoengaño, sueños incumplidos, sapos de mendacidad, soledades enajenadas en versos apócrifos y muerte. Tu escritura es un repugnante vómito que hiede a alcohol y tu poesía una garrafa desbordada de vino rancio de desventura”.

 

Por su parte, Francisco se muestra indiferente y ajeno a semejantes consideraciones de su “hacer” creativo, porque entendía que “la vida era la fatalidad de un equilibrio imposible entre la sinceridad y el fingimiento, una dialéctica absurda del consciente y el inconsciente. Estaba convencido de que la poesía debía ser un análisis lúcido y cristalino de la vida, un ejercicio de paroxismo que concluye en la expresión de las vivencias más íntimas en forma de poemas, algo similar a una crónica de una búsqueda de la verdad en el universo caótico de los sentimientos, que solamente podía realizarse utilizando el caleidoscopio de las emociones, cuyos cristales limpiaba con alcohol. El alcohol era el catalizador de sus contradicciones, el elixir de la vida eterna. Era el líquido elemento donde se diluían sus anhelos, frustraciones y sufrimientos, que se transformaba en la tinta con la que luego los escribía derramados en poemas”.

 

Evidentemente, para acceder al meollo del contenido de la indagación acerca del “hacer” de la poesía que subyace en el texto, hemos de extrapolar la literalidad del mismo a la mera recurrencia narrativa y centrarnos en la propuesta dialéctica de dos formas de “hacer” poesía encontradas entre sí que se desprende de él. Por un lado, está la poesía concebida como la manifestación necesaria de la verdad, solo accesible a los/las dechados/as de la certidumbre absoluta, a los/las poetas de la abstracción, a los/as visionarios/as de la idealidad, a los/as profetas del bien y del mal… Y por otro, está la poesía entendida como parto natural de sensaciones, sentimientos y emociones, libre del corsé de las formas racionales, a salvo de los chaparrones de moralina y a años luz de los/as prestidigitadores/as de la palabra.

 

Los/las poetas no pueden sustraerse a este debate y, a lo largo del tiempo, han contribuido con sus opiniones, enriqueciéndolo y apuntalando las bases de una poética universal. Valgan algunas muestras significativas que ilustran el panorama:

 

”El hombre poetiza todo lo lejano". Pío Baroja.

 

”Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje". Octavio Paz.

 

”La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa". Miguel de Cervantes.

 

”El poeta no es un filósofo, sino un clarividente". Juan Ramón Jiménez.

 

”Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio". Federico García Lorca.

 

”La poesía es el lenguaje incorruptible". Gerardo Diego.

 

“”Mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!". 

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul:/ ¿qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?/ Poesía... eres tú”. Gustavo Adolfo Bécquer.

 

“Poesía es todo lo que se mueve. El resto es prosa”. Nicanor Parra.

 

“La poesía es la fundación del ser por la palabra. Poéticamente hace el hombre su habitación en la tierra”. Martin Heidegger.

 

“La poesía es una pipa”. André Breton.

 

“Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”. A. Carpentier.

 

“Puede que sea cosa de ir tocando/ la musiquilla de las pobres esferas./ Me cae mal esa Alquimia del Verbo,/ poesía, volvamos a la tierra…/ …lo que tú dices claro es cosa muerta./ Bien si hablas por hablar, “a lo divino”,/ mal si no pasas todas las fronteras “. Enrique Lihn.

 

“¡La poesía! Pugna sagrada,/ radioso arcángel de ardiente espada,/ tres heroísmos en conjunción:/ el heroísmo del pensamiento,/ el heroísmo del sentimiento/ y el heroísmo de la expresión”. Salvador Díaz Mirón.

 

“La poesía es un arma cargada de futuro…/ Poesía para el pobre, poesía necesaria/ como el pan de cada día,/ como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica…/ …Maldigo la poesía concebida como un lujo/ cultural por los neutrales/ que, lavándose las manos, se desentienden y evaden./ Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”…Gabriel Celaya.

 

“¿Qué es poesía? Para mí poesía es… / Praderas donde las letras florecen,/ oasis donde encuentro refugio,/ encaje que adorna mi vestido,/ silueta del amor embravecido,/ imagen donde se refleja tu risa,/ atardecer de versos no nacidos./ Enigma que oculta un misterio,/ rosa cubierta de espinas,/ estrella que anuncia tu llegada,/ silencios que cubren tu huída…” Antonio Machado.

 

Con este mismo propósito de aunar esfuerzos y sumar criterios que proporcionen un valor añadido a la disputa conceptual acerca de la razón de ser y el modo de hacer de la poesía iniciada siglos atrás, propongo que todos y todas realicemos un ejercicio de introspección que nos permita concretar un proceso evolutivo de razonamiento estético desplegado en los siguientes hitos:

 

Constatación del hecho primario y elemental del enfrentamiento del/de la poeta, bolígrafo en mano, al papel en blanco, ambos útiles de dios para crear galaxias de amor libre y vertebrar la eternidad.

 

Búsqueda obsesiva, desesperada de la musa poética que, finalmente, se manifiestará omnipresente: en todo lo que contempléis, en todo lo que penséis, en todo lo que soñéis, en todo lo que sintáis.

 

Interiorización de la luz poética en haces de realidad y misterio, fulgor que irrumpe transido de vida y atraviesa al/a la poeta como un relámpago de esperanza, en un acontecimiento singular.

 

Asunción de la nueva condición personal de vate dispuesto a bailar la danza de los solsticios y los equinoccios, a urdir telarañas de libertad, a recorrer el territorio de lo innombrable y a conocer la geografía íntima del espíritu revoloteando intramuros en su corazón.

 

Reafirmación en una identidad sobrevenida que el/la poeta asume como propia, reconociéndose como alguien que solo puede ser siendo sombra de la poesía, el lar donde esta crece y se expande en todas las formas lumínicas, y libando su savia, ese orvallo que llueve pétalos de ensueños.

 

Iniciación de vuestra ímproba tarea de apologeta de una humanidad en plenitud, concebida como el cumplimiento de un deber inexcusable en el que el cometido no es otro que columpiarse en la cola de los cometas para precipitarse en caída libre al universo de lo cotidiano transformado en cielo azul de primavera, en lluvia que riegue esperanzas, en copos de nieve que entierren soledades, en plaga de luciérnagas que alumbren los caminos de la felicidad y en versos que celebren el amor.

 

Este objetivo solo es factible si se tiene la determinación de convertirse en pregonerl/a de un tiempo nuevo, la era de las palabras, y cantar a los cuatro vientos el prodigio de la vivencia poética de la realidad, sin miedo a parecer un/una iluso/a y con la convicción de poder lograrlo, significando para ello hasta el último vocablo, extendiendo el léxico hasta el infinito y no cejando en el empeño de nombrar cada latido, cada nacimiento, cada muerte, cada soplo de existencia, cada anhelo,  cada instante de cada individuo humano.

 

*Nicolás Zimarro.

 

GRITEMOS AL UNÍSONO: ¡NO A LA GUERRA!

 

 «Yo siempre he sido militar... Solo de oídas sabía que existía otra vida...
»La psicología de los militares profesionales es diferente: no importa si la guerra es justa o no. Allí donde nos mandan la guerra es justa, es necesaria. Cuando nos destinaron a esa guerra, también era justa. Nosotros nos lo creíamos, yo mismo, rodeado de soldados, hablaba de la defensa de las fronteras del sur, llevaba a cabo la tarea de la educación ideológica. Dos veces por semana se impartían las tutorías de política. ¿Acaso podía haber dicho: “Tengo dudas”? El ejército no tolera la libertad de pensamiento. En cuanto pasas a formar parte de las filas, solo acatas órdenes. 

    Desde que despiertas hasta que te vas a dormir. »Toque de diana:
    »—¡A levantarse!
    »Nos levantamos. 

    »Voz de mando:
    »—Gimnasia básica sin armas, ¡a formar! ¡Izquierda! ¡Al trote!
    »Acabados los ejercicios, otra voz de mando:
    »—¡Rompan filas! Cinco minutos para satisfacer sus necesidades.
    »Rompemos filas.
    »Voz de mando:
    »—¡A formar!
    »Nunca me he encontrado en un cuartel con un retrato de... ¿qué ejemplo le puedo poner? Digamos de Tsiolkovski o de Tolstói. Jamás lo he visto. En las paredes del cuartel cuelgan los retratos de Nikolái Gastello, de Aleksandr Matrósov... De los héroes de la Gran Guerra Patria... Una vez, aún siendo un teniente jovencito, colgué en mi habitación un retrato de Romain Rolland que había recortado de una         revista. Entró el comandante de la unidad militar: 

    »—¿Quién es ese?
    »—Es Romain Rolland, el escritor francés, camarada coronel.
   »—¡Retire inmediatamente a ese francés! ¿Acaso no tenemos nuestros propios héroes?

    »—Camarada coronel...
    »—Media vuelta, vaya andando al almacén y traiga de vuelta a Karl Marx.

    »—Pero si es alemán...
    »—¡Silencio! ¡Dos días de arresto! 

 

    »¿Qué tenía que ver Karl Marx? Yo mismo les decía a los soldados muchas veces: “Esa máquina no vale un comino. Es de fabricación extranjera. ¿De qué sirve ese coche extranjero? En nuestras carreteras se hará pedazos. Lo nuestro es lo mejor del mundo: nuestras máquinas, nuestros coches, nuestra gente”. Hace muy poco         tiempo que he empezado a reflexionar: “¿Por qué no puede ser que la mejor máquina sea de Japón, las mejores medias de Francia o las mejores chicas de Taiwán?”. Y ya he cumplido los cincuenta…

 

*”Los muchachos de zinc”, Svetlana Aleksievich. Fragmento.

 

 

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