Por Manuel Mateo Pérez.
22-06-18.
En Confieso que he vivido, Neruda, -tan dado a la prosopopeya y la altura-, apadrina a Miguel Hernándezen la crónica que dedica a sus años en España. Escribe de él más que de otros y alaba su ingenuidad rural, su perseverancia a pesar de sus orígenes pobres y el agudo acento poético de quien no pisó la academia y cuya única formación nacía de una inédita intuición y un hambre insaciable de lectura. A veces, para tener una imagen más nítida de alguien, es preferible dejar a un forastero que encienda la luz.
MH había llegado a Madrid con un hatillo de miedos e ilusiones, unas cuartillas garabateadas y una boina que manoseaba nervioso cuando se presentaba como poeta y admirador. En 1933 había dado a imprenta Perito en lunas, con prólogo de su amigo Sijé, que tiene ese deudo inocente del Veintisiete con el que se ganó la estima del chileno y la altanería de Federico.
Después de Perito...el poeta de Orihuela, tras la sombra surrealista de aquellos años, cobra conciencia antes que nadie de quién es el pueblo y quiénes sus enemigos cuando la asonada golpista, los inicios de la guerra y los primeros bombardeos a la población inocente. A esos meses los llamará Viento del pueblo.
Lo que pocos saben es que entre esos versos está Jaén. Nos lo ha recordado el profesor y poeta Juan Manuel Molina Damiani en su libroViento del Frente, Pueblo del Sur: Miguel Hernández en Jaén (1937)que recuerda los cuatro meses que el autor vivió en la capital, entre finales del invierno y la primavera de aquel año en que España parecía resumida en dos versos: "Sobre los ataúdes feroces en acecho, / sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa". El profesor Damiani ha escrito un libro muy serio, documentado, manchado por la emoción.
MH había contraído matrimonio con Josefina Manresa, vecina de la localidad jiennense de Quesada, de donde era también el pintor Rafael Zabaleta. La pareja se trasladó a Jaén el 2 de marzo. Entonces el cuartel general del sector sur del ejército de Andalucía estaba en la calle Ancha, número 9, muy cerca de la Catedral, en el palacio que la república le había requisado a la marquesa de Rincón de San Ildefonso. En la azotea del palacio está hecha la hermosa fotografía en que el poeta le dicta a su esposa unos versos o unas líneas que ella se aplica en mecanografiar.
MH vivió en Jaén cuatro acontecimientos que Molina Damiani analiza con exactitud: las batallas en el frente de Lopera y Porcuna, la unificación de los comunistas y los socialistas de Jaén y el bombardeo de la capital, mandado ejecutar por el sanguinario genocida Gonzalo Queipo de Llano, cuando seis Junkers-52 alemanes apuntan hacia los barrios populares a las cinco y veinte de la tarde del 1 de abril dejando a su paso 159 muertos, cuarenta y cinco de ellos niños de menos de diez años. El poeta no estaba ese día allí, pero su esposa Josefina sí lo padeció y el suceso la desequilibró de por vida. Lo que con toda seguridad no deseó nunca el poeta fue que el Frente Popular decidiera como represalia fusilar en las tapias del cementerio de Mancha Real a tantos presos políticos como muertos causó el bombardeo.
El cuarto acontecimiento fue el asedio y asalto final al santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar, solo un mes después del ataque nacional. MH escribe la crónica de aquellos días. Son párrafos llenos de exaltación, naturalismo, descripción y opinión militante. Reprocha a Cortés la cobardía de utilizar a mujeres y niños como escudos humanos "para hacer más larga, ensangrentada y cruel la resistencia (...). Esta era la obra de un ambicioso y vanidoso capitán, que había impuesto el sacrificio a un puñado de criaturas inocentes", cuando lo cierto es que el ejército republicano había insistido en establecer un pasillo humanitario para la evacuación de los más débiles.
Molina Damiani cree que de esos sucesos extrajo MH aquel alejandrino que dice "es preciso matar para seguir viviendo", en el arrebatador poema titulado Canción del esposo soldado¿Lo recuerdan? "He poblado tu vientre de amor y sementera, / he prolongado el eco de sangre a que respondo / y espero sobre el surco como el arado espera: / he llegado hasta el fondo". Y así…
Manuel Mateo Pérez. Diario El Mundo.