POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS
POETAS SIN FRONTERAS - POETS WITHOUT BORDERS

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CÉSAR VALLEJO Y LA SOLIDARIDAD. Por Carlos Caballero Alayo

La poesía vallejiana es un crisol inescrutable que ha motivado que muchos críticos hayan centrado su estudio en diferentes aspectos de su poesía, como la impronta andina, el contraste entre la poesía andina y occidental, la muerte y la esperanza en su poesía, entre otros.

 

En ese marco el presente artículo intitulado CÉSAR VALLEJO Y LA SOLIDARIDAD, es una tentativa de análisis crítico en textos poéticos específicos de César Vallejo para demostrar la presencia de la solidaridad como significación universal.

 

En concordancia con el párrafo anterior estamos comentando ciertos poemas de Los heraldos negros, Poemas en prosa, Poemas humanos y España aparta de mí este cáliz.

 

A primera vista, uno lee a César Vallejo y asocia su poesía con un testimonio de dolor y muerte. Sus versos mas trillados: “Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!” “Serán tal vez los potros de bárbaros atilas, / o los heraldos negros que nos mandan a la muerte” lo presentan como el poeta del dolor y de la muerte. Para bien o para mal, esta ha sido una temática constante en los estudios que se han hecho sobre Vallejo.

 

Sin embargo, situar a Vallejo únicamente como el poeta del dolor y limitarse a repasar su angustia y orfandad, no es ser justo con la trascendencia de su obra. En la lírica de Vallejo, hay demasiadas referencias a la vida, la esperanza, la solidaridad, la lucha contra el egoísmo y la muerte, el anhelo de un mejor y la posibilidad segura de alcanzarlo, que no pueden ni deben pasarse por alto. En realidad, el hombre fue el objeto de su poesía. Ansiaba lo mejor para sus semejantes y se expresa con belleza acerca de la comunión, la solidaridad y el amor. Es un triunfo sobre el dolor y la muerte.

 

Notemos, por ejemplo, los siguientes versos de “Las ventanas se han estremecido” de Poemas en Prosa: “La familia rodea al enfermo agrupándose ante sus sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus píldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha caído.” La escena evoca un contexto andino. Allí se convive con la enfermedad, los parientes no pueden hacer mucho ante ella, pero lo que sí hacen es una impresionante manifestación de solidaridad. La familia, subrayamos, toda la familia, está cerca del enfermo. Será toda la familia, pues ‘se agrupa’ en torno al paciente. Y lo hacen ante “sus sienes”, lo que quiere decir que desean estar lo más cerca posible del enfermo. Eso desean transmitirle a su pariente y lo hacen sin ascos ni temores. Ese tipo de solidaridad y amor es que el poeta aprendió en su niñez. La fuerza vivificante del amor y la solidaridad son el corazón mismo de la comunidad en que creció.

 

Para Vallejo la vida consiste en hacer cosas para el bien de los demás. El espíritu solidario es lo que da sentido a la vida. Así lo entiende, de modo que si no puede hacer nada para los demás es como si hubiese perdido un poco la vida. Esta interesante filosofía sobre la vida, la hallamos en “Ágape”, de Los Heraldos Negros. El mismo título transmite esa idea. Ágape es una palabra griega que significa amor altruista, sin egoísmo: “Hoy no ha venido nadie a preguntar; / ni me han pedido en esta tarde nada. / No he visto ni una flor de cementerio / en tan alegre procesión de luces. / Perdóname, Señor: qué poco he muerto! / En estas tardes todos, pasan / sin preguntarme ni pedirme nada. / Y no sé qué se olvidan y se queda / mal en mis manos, como cosa ajena. / He salido a la puerta, / y me da ganas de gritar a todos: / Si echan de menos algo, aquí se queda! / Porque en todas las tardes de esta vida, / yo no sé con qué puertas dan a un rostro, / y algo ajeno se toma el alma mía. / Hoy no ha venido nadie; / y hoy he muerto qué poco en esta tarde.”

 

Nadie acude al poeta, nadie pregunta por él, ni le pide nada, por eso exclama: “Perdóname, Señor: qué poco he muerto”. Y cuando los demás pasan sin preguntarle ni pedirle nada, siente como que se quedó con algo de ellos, es decir se quedó con el bien que podía haber hecho por ellos. Luego siente culpabilidad de que ese algo se quede con él: “Y no sé qué se olvidan y se queda / mal en mis manos, como cosa ajena.” Vallejo siente que la vida que vale la pena vivirse es aquella que se gasta por los demás, es como morir un poco. Hermosos sentimientos los del poeta. No podemos menos que inclinarnos ante él y aceptar la lección de vivir la vida en solidaridad con los demás. De otro modo, es como si perdiéramos la vida.

 

El vate tiene el anhelo de ayudar a todos. Lo siente como una necesidad. Veamos los siguientes versos de “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política...” de Poemas Humanos: “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, / de querer, de besar al cariño en sus dos rostros, / y me viene de lejos un querer / demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza / Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo / y me urge estar sentado / a la diestra del zurdo, y responder al mudo, / tratando de serle útil en / lo que puedo, y también quiero muchísimo / lavarle al cojo el pie, / y ayudarle a dormir al tuerto próximo.”

 

El poeta desea besar como una expresión de amor “al cariño en sus dos rostros” que este caso viene a ser el hombre común, su semejante, la persona que le rodea. Su mayor anhelo es que todos los hombres tengan de todo: el bueno “su poquillo de malo”, el zurdo la habilidad diestra, el mudo su capacidad de hablar y el cojo su pie. De las carencias podría nacer un mundo mejor, porque todos anhelarían suplirlas unos a otros. Así es como quisiera que se viviera la vida, en absoluta comunión.

 

Sus sentimientos hacia la vida de los demás son en realidad sublimes y nobles. “Y cuándo nos veremos con los demás, al borde / de una mañana eterna, desayunados todos”; “Se quisiera tocar todas las puertas, / y preguntar por no sé quién; y luego / ver a los pobres, y, llorando quedos, / dar pedacitos de pan fresco a todos.”

 

El tema de la solidaridad entre los hombres alcanza su clímax en “Masa” de España aparta de mí este cáliz, a nuestro juicio, el más conspicuo poema de César Vallejo. Este es un canto a la vida en comunión y solidaridad. Pero aquí no se trata únicamente de la solidaridad entre una familia o una comunidad, es la solidaridad de todos los hombres con un hombre. Solidaridad universal que hace que la vida triunfe sobre la muerte. Vallejo, al escribir su último poemario citado ya es un marxista, pero no un dogmático y ve con mucha claridad la situación social, económica, política, laboral, incluso artística con la nueva concepción ideológica que ha asumido.

 

El poema no sólo transmite la idea de que un hombre vive por la solidaridad universal de los hombres. Sino que el hombre agonizante vence a la muerte por esa solidaridad. Estamos pues, ante un ideal de que se puede vencer a la muerte y, junto con ella, a todos los demás males de la humanidad a través de la unión y verdadera fraternidad. Por eso, pues, si hemos de esperar el fin del sufrimiento humano, todos y cada uno de los humanos, todos y cada uno de nosotros, debemos comprender esta necesidad de solidaridad universal, ya que sólo mediante ella se construirá el tan ansiado mundo de libertad, paz y pan. Ese es el mensaje de la ideología vallejiana, y a él nos asimos con firmeza, con la esperanza que luminosa se presenta en sus versos.

La solidaridad en la poesía vallejiana transmite una idea de comunidad, en relación con los que sufren.

 

Las expresiones textuales “todos los hombres de la tierra” y “abrazó al primer hombre; echóse a andar...” indican que la solidaridad trasciende al sufrimiento y traducen un sentimiento de esperanza en el poeta.

 

César Vallejo asume una posición solidaria y de esperanza en los poemas del final de su vida, al asumir la ideología marxista como soporte conceptual, que le permite plasmar de manera original la solidaridad como forma suprema de salvación de la humanidad frente a los embates que genera la desigualdad social.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

CENTRO DE ESTUDIOS PERUANOS Y ANDINOS –CERPA- UNIVERSIDAD STENDHAL. Caminando con César vallejo. Actas del coloquio internacional sobre César vallejo, Grenoble 27, 28 y 29 de mayo de 1988. Editorial DESA. Lima – Perú. 1989.

VALLEJO, César. Poesía completa. Primera edición. CICLA – CONCYTEC 1988. Editorial Libertad E. I. R. L. Trujillo – Perú 1988.

VISIÓN DEL PERÚ, REVISTA DE CULTURA. Homenaje Internacional a César Vallejo, N° 4. Editada por Carlos MILLA y Washington DELGADO.
Lima – Perú. 1969.

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