A veces, los mayores (y estoy hablando de edad cronológica), tiramos la mirada hacia atrás y nos damos cuenta de la sinuosidad el camino del poeta. Si nos detenemos en la actual condición innecesaria de la poesía y de ese extraña y fatal pulsión que nos lleva a hacerlo a pesar y contra de todo, debemos reconocer que cada día es más difícil hacerse escuchar como poeta. Cuando esto sucede, cuando hacemos ese balance de nuestros propios pasos, es el momento de darle paso a la generosidad que tal vez encontramos o no en nuestro pasado, de la solidaridad que tal vez ejercieron o no para con nosotros y por sobre todas las cosas, llega el momento de no pasar por alto la obra de un poeta nuevo, que solo se empeña en escribir sin levantar su voz y sin evaluar su propio trabajo, porque no hay tiempo para otra cosa que paga ganarse la vida, porque el día termina y el sueño y el cansancio tienen que resignarse para dar paso a la poesía. Los poetas jóvenes, en su mayoría, llevan una doble vida: la lucha por lo cotidiano y la de poeta. La primera genera y alimenta a la otra. Imposible sería lo contrario, ya que sabemos que con la poesía no se come. Hay que reconocer que se ha dado un salto enorme en relación a la posibilidad testimoniante de la poesía de hoy y la de varias décadas atrás, que se esmeraba en métricas y rimas, buscando denodadamente la armonía del ritmo y la palabra bella. Hubo siempre poetas que decían a su antojo sin ajustarse a ningún canon, pero eran los menos. Hoy, el poeta es un ser casi anacrónico, pero libre, un ser que busca a sus pares para sentirse escuchado y lo hace eligiendo en libertad y sabiendo que la poesía no es el pan de cada día en este mundo de realidades en el que vivimos. Es más, un poeta es como alguien que se desnuda y camina por la calle sin que nadie se de vuelta para mirarlo. Pero más allá de todo, insistimos, seguimos haciendo poesía, continuamos estrechándonos entre nosotros y valiéndonos de todos los medios para podernos comunicar y convertir cada día en un milagro de expresión poética.