Escribir sobre lo inefable es tarea insensata, causa perdida y sin embargo qué otro fin podemos pretender.
Como los exploradores enviados a continentes aún no cartografiados, con una brújula, el sol como referente y un cuaderno de campo donde registrar sus descubrimientos.
Sabedores que las montañas, el desierto, el oasis, las pistas de nómadas apenas pueden dar unos puntos de referencia pero nunca describir, relatar el inmenso territorio, el continente y lo contenido.
Sólo el viajero conoce el frescor del amanecer, el deslumbramiento, el desasosiego ante la pérdida, la emoción del descubrimiento.
Intentar escribir sobre lo sutil, sobre lo que no puede ser dicho con claridad, sobre la esencia inaprensible...
Sólo el amante y la amada, el tiempo extasiado, el espacio resguardado.
Se dice que el dios Shiva y amada la diosa Parvati gozaron todas las noches del amor durante mil años.
Y aquel apenas pudo exclamar:
¡Todo lo que se puede anhelar está en ti, Parvati!
¡Tú eres el único fin que el hombre debe alcanzar!