PROGRAMA
1.- Presentación del tema “La violencia de género”.
Duración 5 minutos.
2.- Breve exposición de la historia de la desigualdad social, por causa de diferencia de género.
Formato PPS. Se procederá a la declamación de ocho sonetos, al tiempo que se proyectarán imágenes sonoras que se corresponden con el texto recitado.
Duración aproximada 20 minutos.
3.- Análisis de la psicología de la maltratada. Lectura del relato “YA NO MÁS”.
4.- Análisis de la psicología del maltratador.
Lectura y comentario del relato titulado “UN CADÁVER EXQUISITO”.
Lectura del relato “LA VIDA ES SUEÑO”.
Duración aproximada 30 minutos.
5.- Presentación de la ponencia poética “ELEGÍA PARA UNA MUJER SIN NOMBRE”.
Constará de dos partes:
5.1. Lectura de los poemas que integran el título “CANON PARA UN NUEVO RÉQUIEM”.
5.2. Explicación poética y reflexión filosófica acerca del contenido de los poemas.
Lectura de la ponencia titulada “ELEGÍA PARA UNA MUJER SIN NOMBRE”.
Duración aproximada 45 minutos.
PONENCIA: ELEGÍA A UNA MUJER SIN NOMBRE
ELEGÍA A UNA MUJER SIN NOMBRE. Nicolás Zimarro.
"Elegía a una mujer sin nombre" no es simplemente un título, más o menos acertado, más o menos bello. Es la concreción en un sintagma nominal de un universo de pasiones, frustraciones, padecimientos, sentimientos y valoraciones, vertidas todas ellas en versos. Formalmente está compuesto por dos elementos de significación: uno, el término "elegía"; y otro, la expresión "una mujer sin nombre". La elegía es un tipo de composición poética de carácter lírico, fundamentalmente de temática triste. Se utiliza, por lo general, para llevar a cabo la exaltación y la evocación de una persona desaparecida o fallecida. Ésta es la intención del poeta, quien pretende evocar y mostrar la realidad y crudeza de la agonía y muerte social y física de la mujer maltratada.
No obstante, en tal propósito conviene distinguir dos planos diferentes: por un lado, el de la muerte figurada, el del anonadamiento del capullo de rosa que reposa bajo una lápida de hojarasca, o si se quiere, el de la muerte de la autoestima y de la dignidad identitaria de una persona víctima de los malos tratos, como así se presenta en el primer poema; y por otro, el de las agresiones físicas, el de las heridas reales, de los moratones en todo el cuerpo, de las calvas en la cabellera, de los navajazos en el vientre, de los huesos quebrados y de los dientes partidos, esto es, el de las manifestaciones somáticas del deterioro paulatino que sufre la víctima, el de su muerte gota de sangre a gota de sangre, que inexorablemente la conducirá a la muerte definitiva, como ocurre en el tercer poema.
La expresión "una mujer sin nombre" hace referencia a todas y cada una de las mujeres víctimas de la violencia de género, que son las tristes protagonistas de esta historia, las desgraciadas destinatarias de los golpes, insultos y menosprecio propinados por cualquier protomacho. El capullo de rosa yacente en el suelo, arrancado del rosal por el viento de un zarpazo letal y la guitarra, hecha astillas después de haber sido golpeada contra una piedra, representan la mujer sin nombre, la desahuciada víctima anónima de las humillaciones y de las palizas. Y aunque la indeterminación de la expresión "una mujer", que no nos remite a ninguna en concreto y sí a todas en su conjunto, una a una, por una parte; y por otra, la significación de la expresión "sin nombre", que connota indefinición y lejanía nos puedan conducir a creer que el poeta intenta abordar la cuestión desde un plano meramente especulativo, sin ninguna implicación y desatendiendo cualquier compromiso con las afectadas, como si estuviera hablando de mujeres en abstracto, nada más lejos de la realidad. Y es que no se trata, ni mucho menos, de pasar lista o de presentar a nadie en sociedad; se trata, más bien, de acercarse a cada una de las mujeres que padecen una situación de maltrato, de ayudarlas a levantarse del suelo, de limpiar sus heridas con un lienzo de amor y de acariciar sus mejillas cenicientas, hasta que en ellas aflore el arrebol, con una ternura comedida, con una compasión fraterna y con una condolencia sincera…
…El vendaval, la ventisca o el huracán son tres formas distintas de decir "violencia" o "abuso" de la fuerza. Ésta es principalmente de índole física; aunque por extensión se sobreentiende también el maltrato psicológico y el sometimiento por causa de dependencia económica, debido a la incidencia que ambos tienen en la degradación de la autoestima y en la tara de la consolidación de la identidad personal. Son, obviamente, expresiones metafóricas de un golpe en la cabeza, de unos puñetazos en la cara, de una paliza en todo el cuerpo, de una quemadura de fuego o de ácido en los senos, de una amenaza explícita, de una vejación, de un insulto, de la tortura, de la violación repetida en el tálamo compartido, del abandono, de la penuria económica, etc.
Y no hay que olvidarlo, el vendaval es muy poderoso. Arranca de un solo golpe el capullo del rosal, y lo lanza al suelo. Éste está inerme, desnudo frente al fornido gigante, cautivo de su propia impotencia. Y no tiene otra opción que la de llorar lágrimas de sangre, la de descarnarse en un inevitable desprendimiento de pétalos, que se marchitarán sin haber llegado a abrirse. Del mismo modo, la mujer maltratada llora su pena, mientras se ahoga en el paroxismo de una lenta agonía, al tiempo que es testigo del entierro de sus sueños, esos que han ido rompiéndose, uno a uno, con el dolor de cada agresión infligida.
"Condenada a vivir\ condenada\ a vivir por vivir”.
Y todo esto acontece en el rosal de las rosas muertas, que languidece a la sombra de un muro en ruinas. Este rosal es el conjunto de las mujeres que no llegan a realizarse como mujeres y, por consiguiente, tampoco como personas, tanto en cuanto sólo pueden serlo en su calidad y por su condición de mujeres. Ellas son las víctimas de una castración deshumanizante que afecta a la conformación de su identidad personal, consistente en la anulación de la realidad esencial que les es propia, a saber: la de ser un individuo participado del principio natural de auténtica igualdad de todos los seres humanos. La castración se explicita en la preponderancia y la hegemonía factual de los hombres sobre las mujeres, única y exclusivamente por el hecho de ser hombres.
"Condenada a tener que ir\ condenada\ por la senda de otro sin desliz".
Por su parte, el muro simboliza la intimidad del espacio familiar, el templo de la impunidad, el ara sacrificial donde las mártires inocentes del amor son masacradas, en el más absoluto desamparo. La sombra que proyecta ese muro se llama privacidad, aunque mejor debiera llamarse indolencia social. Esa sombra es la oscuridad de un túnel sin salida, la tiniebla hecha circunstancia cotidiana, la noche que vela el color de la sangre y el abismo insondable en el que se pierden los gritos de dolor, los alaridos de pánico y las imploraciones de auxilio proferidas por las víctimas. Además, el muro está desvencijado, lo cual significa que los cimientos del santuario de la familia, del lar, se han resquebrajado, que las promesas de respeto han sido incumplidas y los sueños profanados. Y por las grietas abiertas en las paredes se escurren la esperanza y el futuro, ese que el capullo besa desde el suelo y que nunca disfrutará, porque justamente yace en el, desgarrado, mortecino. Como tampoco podrá tenerlo en sus manos esa mujer habitada por el horror y el miedo, que sufre en silencio ninguneada bajo las losas de su tumba…
*LECTURA: SONETOS AL GALLITO SUPERMÁN. Nicolás Zimarro.
SONETOS AL GALLITO SUPERMÁN
1.-
La historia de Gallito supermán
es antigua como los propios hombres.
Muchos/as la ignoran. Sí, sí…, no te asombres,
y lee paciente estos versos-tantán.
Todo se debe a un demoníaco plan,
para que no rías, no aventes, no escombres,
no cantes y ni tan siquiera nombres
las miserias de este egregio patán.
Pero mi tarea es – y así me despacho-
desempolvar esta historia hito en hito
y hostigar a Gallito-protomacho.
Y tú sígueme. No tengas empacho
en machacarlo y dejarlo refrito,
en rebanarlo y cortarle el penacho.
2.-
Vivía nuestro Gallito en las cavernas
en soledad y en estado salvaje,
sin dominios, pasado ni lenguaje,
siempre blandiendo el glande entre las piernas.
Precisaba probar las carnes tiernas
de una hembra, comérsela, darle un viaje
y desfogarse en medio del follaje
para saciar sus ganas sempiternas.
Un día pilló a una bebiendo agua en el río.
Estaba de espaldas, nalgas al viento,
y él la atacó con todo su poderío.
La hembra, violentada, rehusó el desafío,
mientras Gallito, loco de contento,
con sus golpes le decía “mía, mía, mío, mío”.
3.-
Milenios después, ya en la antigüedad,
Gallito a la hembra le llamó “mujer”.
¡Mujer! ¡Mujer! ¡Mujer! – ¡Ver para creer!-.
¡Fue todo un alarde de humanidad!...
Claro que… era mujer en propiedad,
esclava sin otra razón de ser
que aguantar, consentir y obedecer
los caprichos de su dueño y deidad.
Y como consta en multitud de anales
de tantos pueblos e imperios de antaño,
las mujeres eran tal que animales,
tal que ornamentos, miel de bacanales,
flor de prostíbulo y harén, sal de baño,
o sin más, meras mercancías sexuales.
4.-
Siglo tras siglo continuó la historia,
y la hembra-mujer se llamó costilla,
sucedáneo del hombre, viborilla,
atrio del abismo, pécora y escoria.
Gallito era feliz. Sentía la euforia
de los supermanes de pacotilla,
esa que se expande en ecos de hablilla
y en humo de quimera y vanagloria.
Gallito-rey-juez-labriego-soldado
cardenal-cortesano-navegante
veía en la mujer la marca del pecado.
Y ejerció su poder inveterado
emparedándola de ahí en adelante
en cualquier intramuros apartado.
5.-
Soplaban ya vientos de halos modernos
ciclones de cismas e inquisiciones,
galernas de cambio y revoluciones,
nuevos aires para ideales eternos…
Y “amor, igualdad y lazos fraternos”
se proclamaba en todos los rincones,
pero quien se imponía “¡por mis cojones!”
era Gallito-palizas y cuernos.
La hembra-mujer-costilla se hizo esposa,
amante, madre, sierva, peona y maestra,
o si no prostituta o religiosa.
Y tan solo en eso quedó la cosa,
pues Gallito con su mano siniestra
abortó esta oportunidad preciosa.
6.-
El siglo veinte alboreaba incipiente,
y la mujer realizó otra intentona
exigiendo el estatus de persona,
y luchó en la calle contracorriente.
Mas Gallito tenía en su sucia mente
chochonas y senos de silicona,
y esto se la traía floja y pendulona,
por lo que permaneció indiferente.
La mujer, tenaz, no tiró la toalla,
y se enfrentó a Gallito-remolón
en peligrosa y desigual batalla.
Y - ¡Dios!- este le respondió con tralla
de maltrato y punzadas de espolón
matando a una y miles el muy canalla.
7.-
Todavía hoy sigue vehemente en sus trece,
firme en su agujero, presto y al acecho,
negando a la mujer todo derecho
y haciendo aquello que más le apetece.
Y es que Gallito sí es lo que parece:
una bestia con corazón estrecho,
un vil depredador de pelo en pecho,
un endriago que crece, crece y crece…
Por eso tú y yo hemos de ir juntos/as y a una,
para pararle cuanto antes los pies
y enviarlo a hacer puñetas a la luna.
Empezaremos sin vergüenza alguna
cantando todos/as - Una, dos y tres-
esta canción que tanto le importuna.
8.-
“¡Ay Gallito! Te pierden las “tías buenas”,
y Vas detrás de ellas como un poseso.
Sueñas con vulvas, piel y carne a peso,
con tetas y culos a manos llenas.
Así que si ves una, no te frenas
y la asaltas: un agarrón, un beso
un sobo y un estregón… Todo un exceso
que la mujer soporta a duras penas.
¡Ay supermán! Te crees un gran machote.
Presumes de que a todas te las follas,
aunque seas barrigón, feo y chaparrote.
Pero te equivocas, rey del cipote.
Porque lo que eres es un gilipollas
de tomo y lomo, del pene al bigote.”
*LECTURA: YA NO MÁS. Nicolás Zimarro.
YA NO MÁS
Diario de Susan Kraft. Viernes. 2 de abril de 2010.
Ayer fue jueves, 1 de abril. Olvidé que existía el calendario. Sólo fue un día en
blanco, el tiempo de un sueño aún no soñado; fue el paréntesis de un plenilunio a punto
de estallar en mis manos.
Certifico que lo he arrojado por la ventana al patio donde amontono soledades.
He obrado así porque fue un jueves aciago y vacío, otro día con él. Pero ya no más.
A partir de hoy, ahora nunca va a ser ahora, ni aquí va a ser aquí. Ahora y aquí se
llamarán futuro. Dejaré de una vez por todas de abonar de evocaciones la semilla del
tiempo y de ser ave fénix en el crisol de los recuerdos. Lo he hecho tantas veces para no
sucumbir, para soportar la lacerante mella que dejaba en mi entraña la ausencia de mí
misma, convencida de que sólo así podía ser libre, ser persona. Pero ya no más.
Basta de autoengaños. Basta de creer en la cigüeña de alas mágicas que me
llevaba volando a remotos nacimientos para reencarnarme en aquella muchacha que las
tardes de tormenta regresaba a casa con los bolsillos repletos de relámpagos, en aquella
reina ingenua que creía tener el mundo en sus manos, en aquella artista que modelaba
promesas con montones de serrín o construía barquitos de papel de seda que no se
hundían en el agua y en aquella ilusa que esperaba feliz en el andén de una estación
ficticia al tren que le habría de llevar al paraíso donde los sueños habitan la realidad,
manan hidromiel, mecen colibríes y germinan mandrágoras.
Basta de alimentar a esa paloma que sobrevuela eriales de melancolía, se posa en
vertederos de glorias extintas, hurga en la carroña del olvido y de tantas y tantas
historias caducas, picotea fantasmas y deglute abortos de juventud, despojos de caricias
y detritos de quimeras.
Basta de animar pompas que atesoran susurros de brisas antiguas, ráfagas de
vientos idílicos y carracas de letanías salvíficas que me aíslan en una burbuja de relativa
calma y de gozo momentáneo.
Basta, sí, porque cuando la realidad aova en el presente, en su nidada nacen
víboras como él, que ha devenido en oxígeno que no puedo respirar, en rayo de sol que
ya no toca mi epidermis, en carámbano que ha arraigado en mi pecho, en laberinto
donde el pasado es lastre, el instante cadáver y el porvenir absurdo, en eclipse que
invade los perfiles de cualquier perspectiva y en el eco del silencio del diablo infausto
de mi tragedia; como él, que ha roto los espejos en los que me miraba antaño, ha
desnudado la nostalgia, ha destrozado la esperanza y me ha enseñado que soy el ser más
estúpido del orbe.
Y todo… porque malvivo una farsa en la que considero amor lo que no es sino
abismo, barrera infranqueable, llaga sangrante, aliento envenenado y primavera fúnebre.
Amor que no es amor, sino delirio, una sombra que ha crecido a pálpitos de dislates, por
mucho que en otro tiempo fuera mi tabla de salvación cuando me hundía en mi propia
mar de dudas, que en plena tempestad me trajera a la costa a aletadas de gaviota y que
cogiera el timón de la nave cuando me flaqueaban las fuerzas.
Ya no más, porque ese amor hoy es naufragio que torna la incertidumbre en juego
perverso y la dicha en vómito, es una pantomima grotesca y capciosa, una droga que me
ha convertido en una piltrafa, en una imbécil que no quiere sacudirse las cadenas del
desprecio.
Ya no más. El cansancio y la flor de la existencia se han fundido en el vacío de un
hogar desangelado que debo abandonar.
Hoy es el día. Siento que mi vida ha sido un lapsus que ha pasado a hurtadillas y que su
presencia se expande en repugnancia. He comprendido que él es un aura rota en mil
pedazos y que nuestro tiempo ha sido una locura forjada con ilusiones estériles, una
trampa urdida por el miedo y la distancia; he comprendido, por fin, que mi calvario es el
contenido funesto del “R.I.P.” inscrito en la lápida de mi propia fosa.
*LECTURA: CONDENADA. Nicolás Zimarro.
(Canción)
(Poemario EL SER VENCIDO)
Condenada a sufrir,
condenada,
un sufrimiento sin matiz.
Condenada a vivir,
condenada,
a vivir por vivir.
Condenada a tener que ir,
condenada,
por la senda de otro sin desliz.
Condenada a servir,
condenada,
una servidumbre sin porvenir.
Condenada a consentir,
condenada,
una existencia infeliz.
Condenada a no reír,
condenada,
la alegría de sentir.
Condenada a existir,
condenada,
con alma de meretriz.
Condenada a esculpir,
condenada,
su epitafio antes de morir.
*LECTURA: EL ÚLTIMO ACORDE. Nicolás Zimarro.
EL ÚLTIMO ACORDE
(poemario SILENCIOS)
GUITARRA, YACES EN EL SUELO
Guitarra…
yaces en el suelo.
Malherida.
Sangrando notas mudas por el vientre.
Un hombre - presa de rabia perruna,
ahíto de falsa hombría y huera soberbia-
Tu cuerpo ahora no será de nadie.
Porque el viento se ha llevado tu último acorde,
De nadie… guitarra ya muerta.
te golpeó contra una piedra.
Y estás ahí. Moribuna. Rota.
De nadie… mártir del amor.
el beso definitivo.
Nunca más.
Pronto - ante tu cadáver-
la alegría, las confidencias y las caricias
se desvanecerán en las sombras
las sonrisas devendrán en una mueca fúnebre,
y los dedos que te tocaron en frías agujas de cristal.
Pronto, sí, tu asesino te llorará en silencio.
serán la savia del árbol de la ignominia
y la carraca de una cigarra será su voz,
la elegía recitada noche tras noche
de tu noche perpetua,
los susurros en sollozos
Y las lágrimas no vertidas
a ritmo de letanía.